¿Por qué no se dobla en el frío el cristal ordinario?


Todo lo que podemos decir acerca de este particular es que las diversas clases de materia poseen propiedades distintas; unos cuerpos se dejan doblar, o laminar en hojas finísimas, o convertir en largos alambres, sin romperse, al paso que otros no lo consienten. La diferencia radica en la forma en que se hallan unidas las moléculas del cuerpo en cuestión. Entre los cuerpos rígidos y quebradizos figura el vidrio, en tanto que la arcilla, por ejemplo, puede ser doblada y modelada en la forma que se desee o más convenga.

Pero es en extremo interesante el hecho de que un mismo cuerpo sea unas veces quebradizo y otras maleable, según las circunstancias, y de éstas la más importante es la temperatura. El cristal mismo es un ejemplo muy notable de ello. Es muy cierto que el vidrio, tal como lo vemos siempre, no se dobla o, mejor dicho, se deja doblar muy poco; pero si lo calentamos hasta que se ponga al rojo, o poco menos, podremos darle la forma que más nos acomode, y hasta cortarlo con las tijeras, o estirarlo con las pinzas. Esto suele ocurrir generalmente con gran número de cuerpos que son rígidos y quebradizos mientras están fríos. La explicación de este fenómeno consiste en que, cuando crece mucho la temperatura del cristal, sus moléculas no se adhieren con tanta fuerza unas a otras, como cuando está frío.