¿Tiene vida propia la sangre que recorre nuestro organismo?


La respuesta a esta pregunta puede ser afirmativa o negativa, según el modo con que consideremos el asunto. La sangre se compone de dos partes, una de las cuales no tiene vida alguna, en tanto que la otra la posee en alto grado. Mirada a simple vista, la sangre no es más que un líquido, y ningún líquido puede poseer vida. La parte líquida de la sangre es una compleja mezcla de un gran número de compuestos químicos, sustancias nutritivas, sales, materias adecuadas para envenenar los microbios, etc., los cuales no están vivos, aunque nuestra vida dependa de ellos.

Pero en este líquido pululan incalculables billones de glóbulos vivos, de suerte que bien podemos decir que la sangre está viva. La sangre de un hombre sano contiene más de cinco millones de estos glóbulos en un volumen aproximadamente igual a un milímetro cúbico, y la de una mujer sana contiene cerca de cinco millones en el mismo volumen. Estos glóbulos son de dos clases: rojos y blancos.