¿Por qué no pueden hablar los niños cuando nacen?


Existen numerosas razones para ello, y una de las principales es que el niño necesita adquirir cierta práctica, antes de lograr el dominio de los músculos de los labios, la lengua y la garganta, para poder hablar. Las mismas personas mayores, cuando aprenden un idioma extranjero, tropiezan con grandes dificultades para pronunciar los sonidos extraños a su propia lengua nativa.

Otra razón por la cual un niño no puede hablar es que las partes de su cerebro que presiden las funciones del habla no se encuentran, al nacer, suficientemente desarrolladas: ni la que recibe los sonidos, ni tampoco la que los reproduce.

Pero la razón principal estriba en que el lenguaje es un fenómeno puramente imitativo. Aprendemos a hablar imitando los sonidos que oímos, y el niño no puede hacerlo hasta que no los oye y aprende a distinguirlos con cierta claridad.

Cuanto más estudiamos un lenguaje, más admirable lo encontramos. Nada tan maravilloso, a pesar de ser tan común, como presenciar la forma en que un niño aprende a hablar. Si después de cuidar a un ser humano durante un corto período de tiempo, se le deja vivir completamente solo, como en ciertas ocasiones ha ocurrido, podrá gritar, o gruñir o señalar las cosas, pero no hablará. Un niño abandonado a sí mismo apenas logra hacerse entender por sus semejantes. Dependemos los unos de los otros.