CHILDER - Federico Ruckert


Federico Ruckert, orientalista y poeta alemán (1789-1866), traductor de muchas obras persas, árabes e indias, expone en esta composición la mudanza incesante a que están sujetas las cosas que entre el vulgo se creen inmutables y eternas.

Pasados trescientos años
Crucé por la misma senda.
Dicen, Childer, que del hombre
La juventud es eterna.
Cierta vez, de las murallas
De una ciudad me vi cerca.
A un campesino que hallé
Dado al trabajo en su huerta,
Pregúntele desde cuándo
Existía alzada aquélla,
Y me dijo, sin dejar
De proseguir su faena:
-Siempre existió esa ciudad,
Y nunca vendrá por tierra.

Pasados trescientos años
Crucé por la misma senda.
De la ciudad ya no había
Vestigio alguno en tal época.
Desde su choza un pastor
Guardaba allí sus ovejas.
Pregúntele por qué ya
La tal ciudad no existiera,
Y me dijo, sus cantares
Interrumpiendo, con flema:
-Una planta reverdece,
Cuando otra planta está muerta.
Este césped siempre ha dado
Su pasto a mis ovejuelas.

Pasados trescientos años
Crucé por la misma senda.
Las aguas del mar cubrían
Del todo extensión inmensa.
Un pescador allí echaba
Sus redes, y como viera
Que a tan penoso trabajo
Daba al fin alguna tregua,
Pregúntele desde cuándo
Bañaba el mar tal ribera.
Sonriendo a mi pregunta.
Me dio luego esta respuesta:
-Desde que rugen las olas
Del Océano sin tregua,
Vengo a hacer a estas orillas.
Como estáis viendo, mi pesca.

Pasados trescientos años
Crucé por la misma senda.
Un bosque vi dando sombra
A gran extensión de tierra.
A un ermitaño advertí
En su apartada vivienda.
Bajo su hacha esparcíanse
De un tronco las ramas secas.
Pregúntele cuál podría
Ser la edad de aquella selva.
-Este asilo donde estoy.
Es eterno, me dijera.
En él he habitado siempre,
Y siempre con vida y fuerza
He visto crecer los árboles
Que veis que a las nubes llegan.

Pasados trescientos años
Crucé por la misma senda.
Un nuevo pueblo se alzaba:
La animación más completa
Reinaba allí en el mercado,
Y todo bullicio era.
Pregunté cuándo se hizo
Tal ciudad, para mí nueva,
Y dónde se hallaba el mar.
El verde prado y la selva.
A la vez gritaban todos
Sin prestarme oídos apenas.
-Está lo que estuvo siempre
En su lugar, y así es fuerza
Que siempre dure y esté
Cual lo veis y ahora se encuentra.
De los vecinos del pueblo
Las razones fueron éstas.

Pasados trescientos años
Crucé por la misma senda...