LOS TRABAJADORES - Carmen Sylva


Con el seudónimo literario de “Carmen Sylva”, la reina Isabel de Rumania (1843-1916) publicó numerosas obras literarias, ya en alemán, ya en rumano. La siguiente poesía, una de sus más bellas producciones, es un canto al trabajo fecundo.

Gota a gota se forman los mares,
Frase a frase se escriben los versos,
Grano a grano se yerguen los montes,
Copo a copo fabrícase el lienzo
¡Que surgió libra a fibra del tallo
De un lino más rubio que el sol de los cielos!
De la débil semilla que el surco
Guarda avaro en los meses de invierno,
Brota luego la planta florida
Cual fragante y gentil pebetero,
Y la flor se hace fruto en verano
¡Y el fruto en otoño nos brinda sustento!
No hay grande ni bueno en la vida
Que no nazca en lo humilde y pequeño;
¡Mas es triste mirar que la fuerza
Se revuelve cual potro sin freno
Si la mano del bien no le indica
La luz que en las sombras enciende lo eterno!

Junto al yunque detuve mi paso,
Preguntando afanoso al herrero:
-¿Qué trabajas blandiendo el martillo?...
Y, sacando un barrote del fuego,
El Vulcano de brazos nervudos
Al lado del yunque me dijo sereno:
-Este hierro será la tizona
Del hidalgo que manda al plebeyo;
Este hierro será la cuchilla
Que fulmine en combate soberbio;
¡Este hierro será de venganzas
Verdugo implacable, tenaz instrumento!
Y exclamé al alejarme del yunque:
- ¡Dios maldiga tus armas, herrero!
- Para hacer a la tierra fecunda,
Y ayudar nuestros rudos esfuerzos,
¡En la entraña escondida del monte
Dios quiso brindarnos tesoros de hierro!

Al llegar a las viñas feraces
Pregunté al incansable labriego:
-¿Qué trabajas blandiendo la azada?...
Y, apoyado en el rústico apero,
El obrero del campo me dijo,
Mirando las galas del rico viñedo:
-Yo cultivo las vides, y el fruto
En licor espumante convierto,
En licor que enloquece a los hombres,
En licor que trastorna el cerebro,
¡En licor que disipa las penas
Y engendra el olvido y ahuyenta el recuerdo!...
Y exclamé con acento muy triste:
-Viñador, abandona el viñedo
Y cultiva otras vides que brinden
El vinillo que entona los cuerpos;
¡El vinillo que beben los pobres
Es fuerza y es vida y es don de los cielos!

Contemplando la barca vetusta
Pregunté al pescador pobre y viejo:
-¿Qué te impulsa a luchar con las olas?...
Y el anciano, con débil acento,
Murmuró, componiendo la barca,
Juguete constante del mar ancho y fiero:
-En mi barca, luchando sin tregua,
Yo domino las olas y el viento,
Y a las olas les robo las perlas
Y conquisto corales bermejos
¡Para gala y orgullo de hermosas
Que en joyas y adornos compendian su anhelo!
Y mirando con pena al anciano,
Yo le dije:-¡Maldigo tu empeño!
Nunca busques corales ni perlas,
Busca peces del mar en el seno;
¡Dios ha dado en los mares al hombre
Raudal soberano de vida y sustento!

De la mina en la boca del pozo
Así dije al tiznado minero:
-¿Por qué luchas?...
-Alzando la frente Contestó:
-Yo trabajo y padezco
 Porque tengan calor, luz y fuerza
Los seres felices que explotan mi cuerpo.
-Ya comprendo que sientes cansancio
 Trabajando en la hondura del suelo;
 Ya comprendo que sientes envidia,
Y rencores feroces, tremendos...
Así dije y, pasmado y absorto,
Con voz blanda y dulce me dijo el obrero:
-Yo no siento rencores ni envidia;
 Yo sé bien que magnates y siervos
Entre sombra, ignorancia y olvido
Trabajamos tenaces y ciegos,
Sin saber el final de la lucha,
Sin saber del trabajo el objeto...
Y así yo al empuñar la herramienta
Y al romper el carbón duro y negro,
Como sé que mi esfuerzo es honrado
No me aflijo al mirarme pequeño;
Cada golpe que doy en la mina
En calor, luz y fuerza convierto;
Y por mí se destierran las sombras
Y la noche desgarra sus velos...
¡Que el que honrado y valiente trabaja
Es sol de justicia que brilla en lo eterno!