Locura y maldad del emperador Calígula, quien muere asesinado


Dejó Germánico un hijo joven, llamado Cayo, a quien los soldados apodaron Calígula, palabra que significa “abarcas pequeñas”, porque de pequeñito solía usar en el campamento de su padre unas abarcas como las que llevaban los soldados. No era todavía más que un muchacho cuando fue nombrado emperador por respeto a la memoria de su padre.

Atacado desde su infancia por una dolencia nerviosa, ésta hizo crisis durante los primeros años de su reinado, y originó en él una locura maniaca que lo arrastró a los mayores excesos de crueldad, hasta el punto de llegar a decir en cierta ocasión que deseaba que todos los habitantes de Roma tuviesen un solo cuello, para poder cortar sus cabezas de un solo golpe. Así, en pocos meses, hizo derramar Calígula más sangre inocente que Tiberio en todo su largo reinado; creyéndose un dios, exigió el culto debido a las divinidades y llegó a la excentricidad de hacer nombrar cónsul a su caballo. Los desórdenes y asesinatos decidieron a algunos oficiales, quienes, temiendo por sus vidas, acordaron asesinarlo.

Ante muerte tan imprevista nadie supo quién sería el futuro emperador, ni aun si se designaría otro, y durante algún tiempo la ley y el orden sufrieron gran quebranto. Los soldados de la guardia, deseosos de demostrar su poder, empezaron a saquear el palacio imperial.