Cómo el saqueo de la ciudad diseminó a los impresores por toda Europa


Como ya hemos visto, el arte de imprimir extendióse pronto por Europa y prosperó grandemente en puntos donde menos se esperaba. La ciudad de Maguncia, que logró las primicias de este arte, fue saqueada en 1462. La imprenta de Fust y Schoeffer fue destruida y sus trabajadores se diseminaron, emigrando a distintos países, pero lleváronse consigo un buen caudal de conocimientos del nuevo arte. De esta manera la desgracia de Fust fue una suerte para otros.

Multiplicáronse los libros, se dispersaron por Europa y fueron desparramando cultura y despertando vocaciones a lo largo de su recorrido. Así vemos a Guillermo Caxton que establece la primera imprenta en Inglaterra; de sus prensas salieron numerosas y selectas impresiones.

Los primeros progresos hechos con los tipos se deben a Wynkyn de Worde, pero los más grandes fueron realizados por Ricardo Pynson. Éste, como Wynkyn de Worde, era un extranjero que llevó consigo Caxton cuando fue a Londres. Pynson llegó a ser impresor del rey de Inglaterra y prestó un servicio señaladísimo imprimiendo el primer libro en tipos romanos, es decir en tipos iguales a los de estas páginas, pues los otros habían sido impresos en tipos góticos.

Uno de los más famosos entre los primitivos impresores continentales fue Aldo Manucio, de Venecia, nacido en esta hermosa ciudad hacia el año 1450. Con él empezó la práctica de imprimir además de los ejemplares ordinarios de un libro, algunos otros en papel especial y con lujosa encuadernación. Manucio fue el primero en hacer el tipo llamado bastardilla, que es una letra cursiva igual a la empleada aquí para escribir esta palabra. Créese que para grabarlo tomó de modelo el hermoso carácter de letra del gran poeta Petrarca.