Galileo demostró la falsedad de otra teoría de Aristóteles


Por este tiempo, el sabio matemático, cuyo sueldo era muy escaso, se vio precisado a ejercer de tutor de escolares, a fin de poderse mantener a sí mismo y a su familia. Al principio de su carrera había creído en el sistema de Tolomeo, y lo había enseñado a sus discípulos, pero cuando se convenció de que la teoría de Copérnico era verdadera, se dedicó a enseñarla, a pesar de los peligros que podía acarrearle, dado lo arraigada que estaba entre la gente la teoría del antiguo astrónomo.

En 1609 introdujo nuevos medros en su telescopio. Habíase construido en Holanda uno terrestre, pero Galileo hizo otro mejor para contemplar el cielo. No nos detendremos en describir el instrumento, del cual hablamos en otro lugar de esta obra. Lo primero que examinó con él fue la Luna, y de su examen dedujo que se asemejaba a nuestro globo, llena de montañas y llanuras. Los aristotélicos se negaron a creerlo, obstinados en su antigua opinión de que la Luna era perfectamente redonda y lisa. Pero pronto se iban a descubrir nuevas maravillas.

Con ayuda de su telescopio se convenció Galileo de que el sistema planetario no era exactamente lo que hasta entonces se había creído. Descubrió cuatro satélites que giraban alrededor de Júpiter, de igual manera que los planetas giran en torno del Sol. Estos descubrimientos le acarrearon nuevos enemigos. "¡Cómo es esto posible!", exclamaban; hubo quien argumentó de esta manera: "Sólo hay siete aberturas en el rostro: dos ojos, dos orejas, dos ventanas en la nariz y la boca; sólo hay siete metales, y siete días en la semana: luego, claro está que no puede haber más que siete planetas".

En vista de esta resistencia a darle crédito, permitióles Galileo mirar el cielo por su telescopio. Los astros que mediante este instrumento se veían eran muchos más de los que ellos estaban acostumbrados a ver y cuya existencia negaban; mas no por esto se dieron por vencidos. "Perfectamente -dijeron-; pero desde el momento en que no pueden verse a simple vista no ejercen ninguna influencia en el mundo; y siendo inútiles, no existen". Pero sus descubrimientos, a la vez que fueron aumentando el número de sus enemigos, extendieron su fama y contribuyeron a aliviar algo su situación pecuniaria, pues le abrieron las puertas de Florencia, en donde se le ofrecía mejor salario. Muchos descubrimientos debemos a Galileo, entre ellos la demostración de que, aun cuando la Tierra da vueltas en torno del Sol, también este astro tiene un movimiento giratorio.

Infatigable y laborioso como el que más, continuó escribiendo importantísimas obras, hasta que quedó ciego. El hombre que más que ningún otro nos enseñó lo que los cielos nos demuestran, no pudo ver su propia gloria. Murió a los setenta y ocho años, después de haber legado al mundo una porción de descubrimientos en los cuales se ha fundado gran parte de los actuales conocimientos de las ciencias naturales.

Es ley natural que los hombres aprovechen de los conocimientos de sus predecesores para erigir el edificio de la Ciencia. Copérnico, Kepler y Galileo prepararon el camino a Jeremías Horrocks, el fundador de la astronomía inglesa, que observó el paso de Venus, y a sir Isaac Newton, el gran matemático y astrónomo.