El doctor Gilbert, que dio a la electricidad el nombre que tiene


Como Gilbert fue el primer hombre que estudió la cuestión a fondo, tuvo que inventar un nombre para designar aquella fuerza que lograba producir tan extraños fenómenos. Como el ámbar fue la primera sustancia en que se manifestó ese poder de atracción, y en griego dicho cuerpo se llama elektron, el físico ingles dio el nombre de electricidad a la fuerza que la fricción desarrollaba en los cuerpos por él ensayados. Gilbert puede llamarse, con razón, el padre de la electricidad. Su vida fue en extremo provechosa para el mundo, porque desde que comenzó sus descubrimientos relativos a la electricidad, nuestros conocimientos han aumentado considerablemente de año en año.

Siguióle un irlandés, Roberto Boyle, hijo del conde de Cork, nacido en Munster, en 1627, veinticuatro años después de la muerte de Gilbert. Ya desde niño dio muestras de aran aplicación; a los diez años estudió el álgebra con el único fin de ejercitar su inteligencia. Inventó la famosa máquina neumática, y enseñó a la humanidad todas las propiedades del aire. Demostró que la electricidad permanece en los cuerpos cierto tiempo después de haber cesado el rozamiento. El mero hecho de dedicarse él al estudio de la electricidad bastó para que otros hombres fijasen también en ella su atención, pues gozaba de gran estimación, especialmente entre los personajes ilustres del continente europeo.