El profesor Koch, muerto en 1910, descubridor del germen que mata a millones de personas


La tuberculosis es un azote terrible. Uno de los sabios que más tiempo y atención dedicaron a esta dolencia fue el profesor Roberto Koch, nacido en Klausthal, Alemania, en 1843. Siguió también las huellas de Pasteur y así descubrió los gérmenes que engendran el cólera y la tuberculosis; resolvió el misterio de algunas de las fiebres más antiguas y proveyó a la curación de las mismas.

Su esperanza de haber encontrado un remedio para la tisis fue una de las más nobles de la humanidad. No careció de compensación, pues el compuesto que debía protegernos contra la tisis resultó un medio infalible para averiguar si el ganado es tuberculoso, poniéndonos así en guardia contra animales que podrían contagiarnos por medio de la leche.

La obra del profesor Koch no sólo se limita al estudio del bacilo que lleva su nombre; también abarca extensas zonas de la quimioterapia, o cura por medio de sustancias preparadas sintéticamente en el laboratorio, o sean preparados químicos. Koch fue uno de los primeros en abordar el estudio científico de estos problemas. Sus notables ensayos tuvieron enorme significación. Al observar que el bicloruro de mercurio es un microbicida muy poderoso, Koch pensó que podía emplearlo como desinfectante interno, es decir que, introducido en el cuerpo del paciente, matara los gérmenes que producen la enfermedad y así salvara el organismo. Ahora bien, existen muchas sustancias que pueden matar los bacilos dentro del cuerpo vivo, pero todas presentan un inconveniente: que su acción no solamente mata al intruso que produce la dolencia, sino que también acarrea graves trastornos al paciente. El problema del sabio alemán era conseguir una droga que sin causar ninguna perturbación al organismo lo curara completamente. Las inyecciones de bicloruro mataron al animal a que fueron aplicadas, y así, el gran problema de la "desinfección interna" fue considerado como un simple sueño.