El notable descubrimiento de la circulación de la sangre


A pesar de la obra de Paré y de tantos otros, reinaba todavía una ignorancia grande acerca del funcionamiento del cuerpo humano cuando Guillermo Harvey nació en Inglaterra, en 1578. Era hijo de padres acomodados, que pudieron enviarle a estudiar a Padua, escuela italiana de medicina mucho más adelantada que las inglesas de aquel entonces.

De allí, Harvey fue a Bolonia y a Pisa, y por último volvió a la Universidad de Cambridge, donde ya había estudiado. Obtuvo el título de doctor en las universidades de Padua y de Cambridge. En Italia tomó lecciones de Galileo sobre la ley de la mecánica recientemente descubierta, y oyó a Fabricio Acquapendente, quien había descubierto que las venas tienen unas válvulas que empujan la sangre en cierta dirección.

Los más eminentes doctores examinaban el cuerpo humano y permanecían tan perplejos por el fluido de la sangre y por el calor del cuerpo, como estaríamos nosotros al ir en un coche motor sin saber cómo funciona el mecanismo que nos arrastra. Ya se había sospechado la verdad; algunos italianos dicen que un tal Cesalpino fue quien en verdad descubrió hecho tan importante antes que Harvey, mas ello parece no ser cierto. Harvey demostró que cuando el corazón se contrae realiza su función de esparcir la sangre por todo el cuerpo. Fue un gran hallazgo de la verdad, completado con el descubrimiento de los capilares por Malpighi, famoso anatomista italiano.

No podemos menospreciar a los médicos de los pasados siglos; muchos de ellos vislumbraron en realidad algunas de las grandes verdades de aplicación práctica en nuestros días.

Harvey publicó su gran descubrimiento como si se tratase de la simple cura de un resfriado. Todo ello se dio en lecciones a unos pocos estudiantes de Londres. Al divulgarse la nueva, los demás médicos persiguiéronle encarnizadamente. Pero alcanzó a ver su descubrimiento creído y honrado por todos, aunque no fuera sino después de pasados largos años.