Por qué Ricardo Corazón de León ocultó su rostro a la vista de Jerusalén


Así y todo, aunque los reyes y los nobles cristianos se dividieron a favor de Conrado o de Guido, apoyando a éste Felipe y a aquél Ricardo, y aun cuando cada uno de ellos intentó poner cuantos obstáculos pudo a su adversario, y todo el campo hervía en disensiones y rencillas, a despecho de tales contratiempos, y gracias principalmente a las proezas de Ricardo, la plaza de San Juan de Acre fue tomada. Suscitáronse entonces acaloradas discusiones entre el rey Ricardo y el astuto monarca francés, y también el duque Leopoldo de Austria, a quien Ricardo trataba con manifiesto desprecio, que más tarde, por cierto, hubo de pagar muy caro. Después de la caída de San Juan de Acre, Felipe, Leopoldo y otros muchos, creyendo que habían cumplido el voto de cruzados, volviéronse a su patria: pero Ricardo no imitó su ejemplo porque estaba ansioso de reconquistar a Jerusalén.

No había de llegar a conseguirse esto, por cuanto el ejército de los cruzados era a la sazón muy pequeño, mientras que las huestes de Saladino alcanzaban un número muchas veces mayor. Por eso, aunque el rey de Inglaterra marchó contra Jerusalén, conoció que sus intentos eran vanos: y así, al llegar a la vista de la ciudad, ocultó su rostro como indigno de mirar lo que no podía rescatar, y retrocedió. Con todo, llevó a cabo tales hazañas en cuantos combates libró con los sarracenos, que obtuvo de Saladino una tregua solicitada por él en la confianza de poder volver y pelear por el Santo Sepulcro.