Hernando de Magallanes desemboca en el pacífico: la consumación de la hazaña


Poco más de un mes tardaron en recorrer el estrecho; podría decirse que allí culminaba la hazaña, pero Magallanes habíase propuesto llegar a las Molucas, como Colón arribar a las Indias y Vasco de Gama a las tierras del Preste Juan. El norte y guía de su pensamiento era como un espejismo perdido en los confines del Oriente fabuloso.

Al salir del estrecho, los navegantes se hallaron sobre las aguas quietas de una gran extensión, de modo que la llamaron océano Pacífico.

Escaseaban ya los alimentos; se vieron precisados a pedir a los moradores de los islotes que iban tocando en su derrotero hacia el norte, las provisiones de boca imprescindibles. Carecían de agua, pues la que existía en los toneles de depósito habíase corrompido: el arroz era cocido en agua de mar, y el escorbuto enfermaba y provocaba la muerte de los marinos. Desesperados y hambrientos, roían el cuero de las guarniciones, después de remojarlo durante días; la harina, infestada de gusanillos, era un polvillo acre y palpitante. Eludían el hambre comiendo serrín; una rata valía medio ducado. Los que no caían arrastraban su miseria y su hambre, con las encías hinchadas, que escondían los dientes inútiles.

Magallanes iba sombrío, pero no cedía; rumbeaba directamente al ecuador, cuya línea se proponía luego seguir hacia el Oeste, en busca de las islas Molucas.

Los tres navíos, tripulados por casi moribundos, dejando en las profundidades del mar un rastro de cadáveres, seguían marchando impelidos por un viento favorable que parecía una ironía de la Naturaleza. Era un monzón de la muerte para el héroe y para sus mejores compañeros: llegados a las Filipinas y desembarcados, pereció Magallanes luchando contra los indígenas hostiles.

Juan Sebastián de Elcano y los sobrevivientes llevaron a cabo la etapa final de la extraordinaria empresa: regresar a España por la ruta del indico, y luego de doblar el cabo de Buena Esperanza, por el Atlántico. Así quedó completado el primer viaje de circunnavegación del Globo, una de cuyas consecuencias inmediatas fue la comprobación experimental de la redondez de la Tierra.

No se pensó en utilizar la nueva ruta para allegarse al mundo oriental: era mucho más larga y penosa que la trazada por Vasco de Gama en 1498, contorneando el África, y la suerte corrida por Hernando de Magallanes no animaba a muchos a repetir la extraordinaria hazaña.