Rubén Darío, jefe indiscutido del modernismo literario castellano


En la aldea de Metapas, en Nicaragua, país de selvas y volcanes, nació en 1867 Rubén Darío, quien llegaría a ser el jefe del modernismo literario castellano. A despecho de su paganismo, más que nada ornamental, en él vivió siempre, como apunta de Onís, el sentimiento cristiano de la vida. En su primera época sintió la influencia de Bécquer, Zorrilla y Campoamor, después la de los líricos franceses Verlaine, Gautier y Baudelaire. Lo genuino de Rubén Darío enraizó en España y en los países americanos de habla castellana y dio frutos magníficos. No fue sólo un poeta lírico excepcional, sino también un poeta épico de singular envergadura. Azul, Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza, El canto errante, Poemas de otoño y Los raros son los títulos de sus libros de poesías más famosos. Hay una hondura filosófica, verdaderamente trascendental, en sus poemas. Rubén Darío actuó en la crítica literaria, en el periodismo y fue diplomático en representación de su patria en varias capitales importantes.