Las guerras contra Napoleón y la invasión de Rusia


En 1801 subió al trono el zar Alejandro I, quien reinó hasta 1825. Verificáronse en ese cuarto de siglo las campañas napoleónicas, a las cuales Rusia se vio arrastrada. El Zar resolvió combatir a Francia por juzgar contraria a los intereses rusos la política de Napoleón, y lo hizo por mar y por tierra, al lado de los ingleses y los austriacos. La suerte de las armas no favoreció a los rusos, que en Austerlitz perdieron más de veinte mil soldados, y en Friedland y Eylau más de veinticinco mil.

Napoleón, deseoso de atraerse la amistad del Zar para poderse dedicar con entera libertad a combatir a su tradicional enemiga, Inglaterra, concertó una entrevista con Alejandro, que se llevó a cabo en una balsa, sobre el río Niemen. La conferencia dio por resultado la paz de Tilsit y la alianza de los dos imperios, pues ambos soberanos habían acordado repartirse Europa. En dicha conferencia establecióse también el “bloqueo continental”, por el cual serían cerrados a Inglaterra los puertos europeos.

Pasado algún tiempo, el gobierno ruso llegó a la conclusión de que ese bloqueo perjudicaba más al comercio ruso que al inglés, pues casi toda la exportación de los productos agrícolas de Rusia se hacía para Inglaterra o por medio de navíos ingleses.

El zar Alejandro resolvió entonces permitir el comercio inglés en sus puertos, lo que enfureció a Napoleón, quien reunió un gran ejército y atravesó toda Europa con el objeto de castigar a Rusia. Con una tenacidad inaudita, los rusos emprendieron la retirada ante el invasor, de tal manera que el ejército francés llegó a las puertas de Moscú sin haber causado grandes daños a las tropas rusas.

Los rusos estaban decididos a sacrificar su capital, y cuando los franceses penetraron en ella estallaron en todos lados enormes incendios, que la devastaron completamente. Napoleón demoróse allí dos semanas, esperando que el Zar solicitase la paz. Viendo que tal cosa no acontecía, resolvió retirarse, dando comienzo a una de las páginas más trágicas de la historia de Francia: la marcha de las tropas napoleónicas a través de las inmensas llanuras nevadas, donde los soldados, hambrientos y ateridos, debían repeler los continuos ataques de la caballería cosaca que aparecía y desaparecía súbitamente.

Otros acontecimientos dignos de mención durante el reinado de Alejandro I fueron la anexión del resto de Finlandia, ocurrida en 1809, y la de Besarabia, en 1812.