Los desesperados esfuerzos de los polacos por romper sus cadenas


En julio de 1807, y en virtud del tratado de Tilsit, Napoleón I creó el Gran Ducado de Varsovia. estado independiente bajo la protección de Francia, y le dio una constitución muy liberal; pero a su caída el Congreso de Viena anuló su obra, y Prusia, Austria y Rusia se repartieron nuevamente el territorio de Polonia.

Los polacos intentaron en múltiples oportunidades librarse de sus opresores. En 1831, así como en 1846 y 1863, organizaron insurrecciones, pero todas fracasaron a pesar de los grandes sacrificios realizados por el pueblo. A cada nuevo intento seguía una cadena mayor de sufrimientos y, sin embargo, el alma nacional se mantuvo firme, inquebrantable. El arte y la literatura polacos florecieron a pesar de las vicisitudes: toda la amargura y el dolor experimentados por este pueblo imprimieron a las creaciones de sus artistas un sello de sublimidad. Durante la insurrección de 1831, Chopin, el más grande de los músicos polacos, compuso dos de sus inmortales obras: Estudios y Preludios. Cuando el zar Nicolás las escuchó, exclamó: “¡Esta música es peligrosa. Es como cañones que estuviesen ocultos tras fragantes rosas!"