El primer príncipe de la casa de Habsburgo que reinó en Hungría


En la historia de Hungría, llena de alianzas y luchas con sus vecinos, descuellan algunos grandes gobernantes, entre ellos Segismundo, rey de Hungría, coronado después sacro emperador romano, quien rechazó al poco tiempo tal honor para dedicarse exclusivamente a combatir a los turcos. Desaparecido el valiente rey, en 1526 el sultán Solimán el Magnífico derrotó a Luis II de Hungría en la batalla de Mohács. A este desastre sucedió una época de desolación, durante la cual el caudillo húngaro Juan Hunyadi luchó valerosamente contra las poderosas fuerzas invasoras.

Mucho después, ya en paz con los turcos, fue proclamado rey de Hungría y de Bohemia un príncipe de la casa de los Habsburgo, que entonces estaba en el apogeo de su fuerza. Tal elección desagradó a los turcos, quienes, por ello, devastaron el país con sus incursiones durante varios años. Costóle mucho a Hungría sacudir el yugo que durante más de tres siglos le impuso Austria.

Cuando se desmembró el Imperio Austrohúngaro, Hungría se vio sacudida por una serie de revueltas. En 1918, en medio del colapso que sufrieron los ejércitos de los imperios centrales, estalló una revolución de carácter socialista encabezada por el príncipe Karolyi. Las primeras medidas del nuevo gobierno fueron: declarar rotos los lazos que lo unían con Austria y proclamar la república. Sin embargo, la presión política ejercida por los países que habían derrotado a los imperios centrales obligó a Karolyi a dimitir. Éste, antes de abandonar el poder, libertó a Bela Kun y otros jefes del comunismo húngaro que estaban encarcelados y les entregó el mando. Así, el país que por tantos años fuera una monarquía se convirtió de golpe en una república de régimen comunista.

El gobierno de Bela Kun sólo duró algunos meses, en el transcurso de los cuales procuró por todos los medios asegurar el nuevo estado de cosas. Dentro de Hungría el almirante Horthy encabezaba la resistencia anticomunista, y con el apoyo de los países aliados, que veían desde su sede de deliberaciones en París un grave peligro en la expansión comunista, dirigió un ejército formado en su mayoría por regimientos rumanos, con el cual depuso al líder rojo.

Desde ese momento Hungría adoptó una nueva forma de gobierno: la Regencia, aunque, en realidad, Horthy siempre se opuso decididamente al regreso del aspirante al trono.

Cuando estalló la segunda Guerra Mundial, Horthy puso su país junto a Alemania. La derrota de ésta significó, por supuesto, el desastre de sus aliados, y Hungría fue ocupada por las tropas rusas. Budapest, su hermosa capital, fue una de las ciudades europeas que más sufrieron los daños de la guerra, pues además de los bombardeos aliados debió soportar la lucha entre ambos bandos en su territorio. Ya se sabe qué sangrientas y enconadas pueden llegar a ser las guerras civiles.