Tres reyes hermanos a los cuales sucediĆ³ un rey popular


Catalina de Médicis, esposa de Enrique II, fue una mujer muy hábil, pero perversa, madre de tres reyes de Francia, cuyos reinados degeneraron miserablemente a causa de sus vidas ociosas y depravadas.

El mayor, Francisco II, fue el esposo de la joven y desdichada princesa de Escocia, María Estuardo; le sucedió Carlos IX, su hermano, y a éste luego Enrique III, su hermano menor, el cual, asesinado por un fanático, en 1589, abrió el camino al trono a Enrique de Navarra, quien tomó el nombre de Enrique IV. Este príncipe, educado en el protestantismo, se convirtió al catolicismo después de subir al trono. “París vale bien una misa”, dijo bromeando con sus amigos.

Uno de los actos más importantes de su gobierno fue la promulgación del Edicto de Nantes, por el cual disponía que cada habitante podía profesar libremente su religión sin temor a ser perseguido. De tal manera puso fin a las guerras religiosas que durante casi media centuria habían perturbado a Francia.

Enrique tenía un hábil consejero, Sully, y con su ayuda arregló los asuntos financieros de su reino: hizo construir también carreteras y canales y fomentó la industria y el comercio; pero, a pesar de que por sus excelentes cualidades se le recuerda como “el buen rey Enrique”, murió asesinado.