Clodoveo fundó un reino de hombres libres y lo llamó Francia


Una tribu, que se gloriaba con el dictado de tribu de los hombres libres o francos, que se daba a sí misma, tuvo, a fines de dicho siglo y a principios del siguiente, un gran jefe llamado Clodoveo, quien, después de conquistar la región norte del río Loira, a la que llamó Francia, edificó su capital en una isla pequeña del Sena, donde había habido ya una colonia. Esta isla es ahora el centro de la hermosa ciudad de París, y sobre la cual se levanta la catedral de Nuestra Señora. Clodoveo se casó con una cristiana, quien lo persuadió a que abandonara su religión pagana.

¡Qué hermosa escena debió presenciarse cuando Clodoveo y unos 3.000 de sus fortísimos guerreros, de largas cabelleras, se juntaron alrededor del santo y anciano obispo Remigio, quien los bautizó el día de Navidad, en 496, diciendo: “¡Adorad lo que habéis quemado, y quemad lo que habéis adorado!”

Tiempos de ferocidad y de depravación siguieron después de su muerte, llenos de conmovedoras historias de reinas malvadas y buenos obispos, fuertes soldados y reyes débiles. Los monasterios eran, en aquellos turbulentos tiempos, los centros de paz donde los escolares se reunían para estudiar y orar, y donde los monjes escribían preciosos manuscritos.