CÓMO TRANSCURRÍA LA INFANCIA Y LA JUVENTUD DE LOS INDIOS

Llamaban los indios a sus pequeñitos papuses, y no los colocaban en cunas, como se hace con la mayoría de los niños, sino que, cuando la madre, por sus ocupaciones, no lo podía llevar en brazos, sujetaba al pequeñuelo a una tabla, con unas correas, y lo colgaba de un árbol; de este modo podía ella dedicarse con toda tranquilidad a ejecutar sus faenas. Si viajaba, lo llevaba sujeto a la espalda.
Apenas el niño podía valerse de sus miembros, ayudaba a su madre a recoger leña y los frutos silvestres que se ponían al alcance de su mano. Desde sus primeros años, vagaba provisto de un pequeño arco con sus correspondientes flechas, y se ejercitaba en el tiro. Enseñábanle asimismo a nadar, correr y trepar. Aprendía a rastrear conejos y a preparar lazos para éstos y otros animales. Ya crecido y diestro en la caza mayor, se le declaraba apto para tomar parte en la guerra. Mas no se le consideraba como hombre hecho y valiente, mientras no hubiese matado a un enemigo y traído su pericráneo con la cabellera, como trofeo de guerra.
La joven india pasaba sus primeros años de manera análoga al varón, pero en lugar de practicar la caza, aprendía a preparar las pieles para hacer mocasines, y a coser las tiendas. Se ejercitaba en los trabajos de cocina y del cultivo de la tierra, y, en algunas tribus, ayudaba a las mujeres mayores, que tejían paños burdos, hacían cestos y fabricaban cacharros. Exhortaban las muchachas a los niños y jóvenes a ser valientes, y trataban con desdén a los tímidos.
Ya hemos dicho anteriormente que los indios estaban casi en continuas escaramuzas y peleas. De unas y otras era la causa principal el que una tribu cazase en el terreno vedado de otra.