Cómo terminó la disputa entre los emperadores y los papas


Cinco veces cruzó los Alpes este emperador, y numerosas fueron las luchas que sostuvo contra los papas, pero, a pesar de ser fuerte, también él tuvo que ceder por fin. En el siglo xii se suscitaron incesantes y violentas cuestiones entre la Iglesia y los príncipes cristianos de Europa. Tocante a la historia de Inglaterra, hemos leído, en otra parte, la muerte trágica de Tomás Becker, en Canterbury, y el castigo del rey. Siete años más tarde, en la larga disputa entre el Pontífice y el emperador romano, terminó también saliendo victoriosa la Iglesia. Los dos adversarios fueron inducidos a tener una entrevista en Venecia, la hermosa e independiente ciudad del extremo interior del mar Adriático, donde se muestran todavía, en el pórtico de la catedral de San Marcos, tres losas de mármol que indican el lugar donde el más encumbrado príncipe de aquel siglo, Barbarroja, se arrodilló para besar los pies del Papa y recibir en cambio el beso de paz del anciano Pontífice. Debió ser indudablemente un momento amargo para el emperador, porque tal acto de sumisión significaba renunciar al deseo que había acariciado toda su vida.

Así se puso fin a las largas querellas entre el Papado y el Imperio.