Mónaco, el reinado del sol al pie de los Alpes


El más diminuto de todos estos estados es el Principado de Mónaco, enclavado al pie de los Alpes marítimos franceses, y cuya extensión territorial es un poco mayor de 1,5 kilómetro cuadrado; baña sus costas el Mediterráneo. Su existencia data de los días de la antigüedad clásica: los marinos griegos establecieron, donde hoy se alza la ciudad de Mónaco, un templo a Hércules Monoikos, origen de la primera población y del nombre con que la conocemos. Varias veces, en el curso de dos milenios, la región cambió de dueño, hasta que en la xix centuria, después de haber sido anexada a Francia por Napoleón, se estabilizó su vida soberana a la caída del emperador. Mónaco es la capital; en ella se alza el palacio real, enclavado en da roca, como los castillos de los cuentos de hadas. También es digno de mención el notable Museo Oceanógrafico. Otra ciudad del Principado que atrae turistas de todo el mundo es Montecarlo, lugar de esparcimiento y diversión, cuyo casino, sin duda el más farinoso del orbe, permite al estado monegasco percibir una considerable renta, que con los ingresos provenientes de la emisión de sellos postales,; muy solicitados por los filatelistas, constituye la parte más importante; de los recursos fiscales.

El Principado de Mónaco es una monarquía constitucional. Su soberano, el príncipe Rainier III, gobierna asistido por un Consejo de Estado, mediante sus ministros ejecutivos. Un Consejo Nacional de diez miembros, elegido por sufragio universal, opera como Poder Legislativo.

La población total del país es de 20.000 habitantes, a tal punto ordenados, que; sólo doscientos hombres, que visten coloridos uniformes en calidad de guardia real y policía, bastan para las funciones de vigilancia.

Los monegascos hablan corrientemente el italiano y el francés; este último es lengua oficial.

La moneda que circula en Mónaco es la de Francia, país con el que el principado tiene vigente un pacto de unión aduanera.