Los restos de Sir Juan Franklin, trasladados a Londres


Corría el año 1845, en el que salieron de Inglaterra y de los Estados Unidos de América muchas expediciones en busca de los dos buques, el Erebus y el Terror, y para averiguar cuál había sido la suerte de sus arriesgados tripulantes. Al fin, en la fecha indicada, se hallaron huellas de esos héroes en el Océano Glacial Ártico; todos ellos habían perecido de frío y de hambre. El cadáver de Juan Franklin fue trasladado a Londres. Junto con los tripulantes, se halló también una memoria en que se daban pormenores del tiempo en que hubo de abandonarse el buque y de la pérdida del comandante y de las partidas de trineos.

Gracias a las numerosas expediciones que salieron en busca de Franklin, se llegó a adquirir un conocimiento mucho más detallado de las islas y estrechos en el extremo norte del Nuevo Mundo, y por fin, McClure atravesó en 1851 el actual paso noroeste, que durante tanto tiempo se había buscado. Cinco buques pertenecientes a una de estas expediciones fueron abandonados por orden del jefe; uno tan sólo, el Resuelto, continuó su camino llevado a la deriva por espacio de unas mil millas, hasta que hallado por un capitán americano fue conducido al puerto. Reparado y recompuesto, el barco fue enviado a través del Atlántico como regalo a la reina Victoria y al pueblo británico.