La gran "Blitzkrieg": caída de Holanda y Bélgica

Los primeros movimientos de los ejércitos alemanes constituyeron una sorpresa para los Aliados. La guerra había cambiado por completo; la antigua táctica, el armamento, habían envejecido en pocas semanas como si hubiesen transcurrido decenios. En Polonia, Noruega y Dinamarca la blitzkrieg transformó por completo la concepción estratégica de la guerra. Pero la mayor sorpresa esperaba aún a los aliados.

En la madrugada del 10 de mayo de 1940 los alemanes se lanzaron sobre las fronteras holandesas, belgas y el pequeño principado de Luxemburgo, sin ejército, fue ocupado en el mismo día. Cinco divisiones blindadas marcharon sobre las ciudades de Amsterdam, Rotterdam, La Haya y Amberes. El ejército alemán arrasó como un alud cuanto encontró a su paso entre las defensas belgas y holandesas.

Bélgica contaba para detener al enemigo, a lo largo del canal Alberto, con fortificaciones que en la guerra anterior habían contenido por largos meses a las tropas del Kaiser, y Holanda, con las legendarias inundaciones de sus terrenos, que se producían una vez abiertas las compuertas de los diques que contienen las aguas del océano. Ambos tipos de defensa fueron ineficaces. Los germanos contaban con medios modernísimos: el canal Alberto fue pasado, destruidas sus fortificaciones por las divisiones de tanques; los paracaidistas, dejados caer en lugares estratégicos, impidieron que fueran abiertas las mayores compuertas de Holanda. La quinta columna, actuando como en Noruega, aceleró la caída de estos pueblos.

Los dos pequeños países habían cedido frente al avance alemán.