Fin de los aliados de Alemania, el nacimiento de nuevos estados


Austria, falta del apoyo alemán, debió pedir la paz a Italia, y el emperador Carlos I, que ascendiera al trono al morir Francisco José durante la guerra, se sintió incapaz de afrontar las exigencias de los pueblos que constituían el Imperio, y del propio pueblo austríaco, que a incitación del alemán quería proclamar la república. El emperador huyó a Suiza, y disgregado el Imperio, cada uno de los países que lo formaban se proclamó independiente: Hungría se convirtió en una república socialista, y meses después comunista; los checos y eslovacos se unieron, formando la República Checoslovaca; los croatas, servios y yugoslavos constituyeron el reino de Yugoslavia.

Turquía, a consecuencia de la derrota, perdió territorios griegos y búlgaros que había ocupado, y vio muy reducido su territorio europeo.

De este modo, con el armisticio pedido el día 11 de noviembre de 1918 por plenipotenciarios alemanes, se derrumbaron dos de los mayores imperios del mundo, y terminó, con la victoria de Francia, Gran Bretaña y sus aliados, el sueño de una coalición potentísima de Europa Central. El fin de tan cruenta lucha despertó en todos los pueblos anhelos de paz, que, sin embargo, duraron poco tiempo, como lo vino a demostrar la segunda Guerra Mundial.