Principales eventos en las tratativas sionistas, hasta la segunda guerra mundial


Una de las gestiones más laboriosas emprendidas por los sionistas fue la de lograr permiso del sultán Abdul-Hamid II para la radicación en Palestina de un número mayor de judíos, para cuyo propósito solicitóse incluso la mediación del kaiser Guillermo II, de Alemania. Pero las tratativas no tuvieron éxito.

El año 1917 marca uno de los primeros sucesos propicios para los propósitos judíos: la declaración lanzada por el gobierno británico con fecha 2 de noviembre, en un momento crítico para el esfuerzo de guerra inglés en el frente asiático; el documento es conocido como la declaración Baljour, así llamada en razón de haber sido firmada por lord Arthur J. Balfour, a la sazón secretario de Relaciones Exteriores del gabinete británico. El documento afirmaba que el gobierno de Su Majestad vería con agrado el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío, en Palestina, y que haría uso de sus mejores facultades para conquistar dicho objetivo. Después de la primera Guerra Mundial, Gran Bretaña recibió de la Liga de las Naciones el mandato sobre Palestina, y el espíritu de la declaración Balfour comenzó a ponerse en práctica: como resultado de ella, la población judía de Palestina aumentó de 75.000 en 1920, a 250.000 en 1935. Sin embargo, los árabes, que formaban la mayoría de los habitantes de las tierras bíblicas, en proporción de 8 a 1, fundándose en razones políticas y económicas, se opusieron vigorosamente a la entrada y radicación de los judíos emigrantes.

En un principio, la política británica tendió decididamente a favorecer a los judíos, en detrimento de los reclamos de la mayoría árabe, que fue en muchas ocasiones constreñida por vías expeditivas; pero poco antes de estallar la segunda Guerra Mundial, en mayo de 1939, el gobierno británico dio a publicidad un Libro Blanco sobre la cuestión judía, en el que hacía presente que “la política británica no tendía al establecimiento de un estado judío en Palestina”; simultáneamente prohibió la entrada de más judíos en el territorio mencionado, y advirtió a los árabes que Gran Bretaña se disponía a sostener la erección de un estado independiente en Palestina, diez años después de esa fecha.