La historia del pueblo judío surge de las páginas de las sagradas escrituras


La voz judío deriva de las formas griega y latina del adjetivo hebreo yehudi, que designa a las personas, instituciones o cosas pertenecientes o relativas a este antiguo pueblo.

Para su historia más remota, las únicas fuentes que tenemos son las bíblicas, especialmente el Antiguo Testamento, cuyas crónicas comienzan con la salida de Abraham y los suyos de Ur, la ciudad caldea, en busca de las tierras fértiles de Canaán y Palestina; luego Abraham depositó en manos de su hijo Isaac la conducción del pueblo, por lo que éste fue el segundo patriarca de Israel. De los dos hijos de Isaac, sólo Jacob, llamado Israel, que era el favorito de Rebeca, su madre, siguió la vida piadosa de su progenitor y continuó la línea hebrea en Palestina. Jacob tuvo doce hijos, uno de los cuales, José, envidiado por sus hermanos, fue por éstos vendido como esclavo y llevado a Egipto, donde por azar de las circunstancias llegó a ocupar altas posiciones en la corte faraónica, en virtud de las cuales, y de su influencia en el ánimo del rey, los judíos fueron admitidos en el país del Nilo; se les permitió continuar sus usos y costumbres, seguir los dictadas y la práctica de su fe y hablar su propia lengua; pero un nuevo faraón, que observó hasta que punto los hebreos habían proliferado y prosperado, se alarmó, y para proteger su poder, que sintió amenazado, redujo a la esclavitud al pueblo de Israel. Como aun en esas condiciones el número de hebreos continuaba aumentando, el faraón decretó el exterminio del pueblo judío. De tan crítica situación fueron salvados por Moisés, quien los acaudilló y condujo fuera del país egipcio, en una jornada memorable que refiere un libro del Antiguo Testamento: el Éxodo.

El sentimiento nacional hebreo se fortificó aun más después que Moisés condujo a su pueblo hasta el monte Sinaí, donde recibió de Jehová las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos, con lo cual se convirtió en el pueblo elegido para imponer el concepto del Dios universal y acabar con el politeísmo. Durante cuarenta años los judíos anduvieron errantes por las tierras de Sinaí, hasta que, finalmente, volvieron a Canaán, donde habrían de transformarse de nómadas pastores en granjeros y comerciantes.