La isla de las terribles erupciones volcánicas


Otra de las islas del gran archipiélago asiático, la más rica y poblada entre las que los holandeses poseyeron en esta parte del mundo, es la de Java, que tiene 127.000 kilómetros cuadrados de superficie, y más de 55.000.000 de habitantes.

Su interior está atravesado en toda su longitud por una cordillera volcánica coronada de altos cráteres, que arrojan por lo general cenizas, piedras, vapores y fango. El clima es muy cálido en las costas.

Entre sus erupciones más temibles se citan la de 1586, que costó la vida a 10.000 personas, y a consecuencia de la cual se hizo pedazos el Ringhit, una de las montañas más altas de la isla; la del Galunggung, en 1822, que sepultó 150 aldeas y mató a 4.000 personas, y, especialmente, la terrible catástrofe de 1883, en que no es exagerado calcular en 70.000 el número de personas que perecieron víctimas de la furia del volcán.

A la llegada de los holandeses a la isla, los javaneses del interior vivían en el paganismo y creían en la metempsicosis; así, consideraban como un crimen matar cualquier animal, y, sobre todo, comer su carne. Se encontraban también entre ellos numerosos adoradores del Sol.

Java perteneció a Holanda hasta 1949 en que, junto con otras islas, entró a formar parte de la República de Indonesia.