La Comunidad Británica de Naciones: la moderna organización del imperio


La palabra inglesa commonwealth, traducida literalmente, significa bienestar común o colectivo. Sin embargo, la costumbre y el uso le han dado un valor equivalente al de república; ya en tiempos de la vieja Inglaterra, llamóse commonwealth al régimen instaurado por Oliverio Cromwell, después del derrocamiento de Carlos I. En el caso que nos ocupa, la expresión Commonwealth Británico se traduce como Comunidad Británica de Naciones, y designa a la mayor agrupación de Estados libres que existe en el mundo moderno. En tal acepción deberá interpretarse cada vez que la mencionemos en el curso del presente capítulo.

La Comunidad Británica de Naciones agrupa al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, la Unión India, Pakistán, Ceilán, Chipre, Ghana, Singapur, y a las Federaciones de Malaya, de Nigeria y de las Indias Occidentales; el lazo que los une es el reconocimiento de la Corona Británica como símbolo de la libre asociación; de allí que todos den a la reina Isabel II el título de "Cabeza del Commonwealth". Las colonias y protectorados del Imperio Británico integran también la Comunidad, como dependencias de la Corona; igualmente ocurre con los territorios colocados por las Naciones Unidas bajo mandato británico.

Tan peculiar asociación de países se extiende por los siete mares y los cinco continentes y comprende Estados de magnitud continental, como Australia, y zonas reducidas a poco más que un rocoso peñón, tales como Gibraltar, a la entrada del mar Mediterráneo, o la isla de Santa Elena, en el Atlántico sur.

La población de la Comunidad Británica de Naciones reúne a individuos de todas las razas conocidas, y de una inmensa variedad de creencias, costumbres, lenguas y grados de civilización. Cristianos, budistas y mahometanos conviven con adoradores de primitivos ídolos o de las fuerzas de la Naturaleza, y pueblos que no han superado aún la edad de la piedra, como los aborígenes de Nueva Zelanda, coexisten junto con los protagonistas de los hechos más memorables de la era atómica.