Los disturbios del país que reinaba un muchaco, Ricardo II


Sucedió a Eduardo III su nieto Ricardo II, hijo del Príncipe Negro, el cual al subir al trono contaba sólo diez años. Aprovechándose de la escasa edad del monarca, los grandes señores, especialmente los tíos del rey, sostuvieron frecuentes contiendas, y llegó un día en que los campesinos, no pudiendo soportar por más tiempo la miseria y la opresión, se rebelaron contra este estado de cosas y marcharon sobre Londres, llevándolo todo a sangre y fuego. El rey, que cuando ocurrió esto tenía ya quince años, demostró gran valor, reuniendo a los amotinados y capitaneándolos él mismo, cuando el caudillo Wat Tyler cayó herido. Poniéndose al frente de la muchedumbre, gritó: “¡Yo seré vuestro jefe y defensor!” Pero sus promesas quedaron incumplidas, y el pueblo no mejoró de condición.

Ricardo II hizo cuanto pudo por pacificar a Irlanda, pero sus disposiciones no tuvieron eficacia; además, disgustó a sus propios súbditos por querer gobernar prescindiendo del Parlamento y viose obligado, después de muchas revueltas, a abdicar; acabó sus días en una prisión.