Las profundas diferencias que concluirían trágicamente


Profundas diferencias existían entre los Estados de la Unión. Los del Norte eran comerciales e industriales; los del Sur, agrícolas; librecambistas éstos; proteccionistas los primeros. Pretendían los del Norte que se prohibiese la trata de negros; y se oponían a ello los plantadores sudistas.

Estas diferencias reconocían un lejano origen. Los pobladores de Nueva Inglaterra procedían de ciudades inglesas, y se hallaban establecidos en las pequeñas ciudades que habían ido fundando. En cambio, gran número de los pobladores del Maryland, Virginia y las Carolinas eran originarios del campo y aspiraban a constituir grandes haciendas en los territorios donde se habían establecido.

Después de la ejecución de Carlos I de Inglaterra, muchos de sus partidarios se habían radicado en Virginia. Al paso que se instalaban en el Sur solamente algunas familias de la aristocracia, los puritanos se fijaban en el Norte, de manera que, mientras Nueva Inglaterra era puritana por sentimiento, el Sur era, aunque no todo, aristocrático. Las granjas del Norte, excepto a orillas del río Hudson, eran pequeñas, mientras en el Sur había vastas fincas; de ahí que la esclavitud estuviese de más en el Norte, mientras que, a consecuencia del grande desarrollo alcanzado por las plantaciones de algodón, el Sur necesitaba numerosos braceros.

Estas diferencias se fueron acentuando cada vez más, hasta que, en 1812, se levantó resueltamente la bandera abolicionista, que originó repetidos y sangrientos conflictos entre los dos partidos, a lo cual se añadían las divisiones entre metodistas, bautistas y presbiterianos del Norte y del Sur.
En tal estado las cosas, constituyóse un tercer partido, que se llamó «republicano», y en el cual ingresaron cuantos individuos de los antiguos bandos Whig o federalista, y democrático eran enemigos de la esclavitud (1856).

Hasta entonces el poder había sido asumido generalmente por los sudistas, pero el incremento que rápidamente adquirió el partido republicano, y el aumento de población en los Estados del Norte, hicieron temer a los esclavistas la pérdida de su preponderancia. Pronto los abolicionistas, pasando de la palabra a los hechos, agravaron de la manera más alarmante la cuestión. Un hombre noble y generoso, Juan Brown, seguido de algunos compañeros, presentóse la noche del 16 de octubre de 1859 en la aldea de Harper's Ferry (Virginia Oriental), se apoderó del arsenal allí establecido por el gobierno, y lanzó un llamamiento a los esclavos para que tomaran las armas contra sus dueños. Por desgracia, no fue oída la excitación, y, sitiado Brown por los blancos en el arsenal, fue hecho prisionero y ahorcado, con lo cual encendiéronse los ánimos más que nunca.