Después de la guerra se procura la reconstrucción nacional


Llevado a la suprema magistratura, por la muerte de Lincoln, el vicepresidente Andrés Johnson procedió al trabajo llamado de reconstrucción del país. Negóse el Congreso a la vuelta de los Estados separatistas a la Unión, excepto el Tennessee; quedó repartido el Sur en cinco distritos militares, y se dispuso que cada Estado promulgase una nueva Constitución en que se concediese voto a los negros, después de lo cual reingresaron en la República.

Poco a poco, fue restableciéndose la normalidad; sin embargo, de tal manera se procedió en la reconstrucción, que ésta resultó peor que la misma guerra.

El presidente Johnson se encontró desde un principio con la violenta oposición de los republicanos, que llegaron, en 1868, hasta acusarlo de abuso de poder, para ser juzgado ante el Senado, constituido en supremo tribunal de justicia. Según las leyes, necesitábase para la condena las dos terceras partes de votos: Johnson tuvo 35 en contra y 19 en pro, de manera que sólo por un voto se libró de ser exonerado.

Sucedió a Johnson, cuyas simpatías por el Sur habían sido siempre evidentes, el triunfador, general Ulises S. Grant, ídolo de los republicanos, que fue reelegido en 1872. Durante este período, ocurrieron frecuentes desórdenes en el Sur, por lo cual hubieron de emigrar millares de ciudadanos, y si no llegaron a adquirir mayor gravedad tales alteraciones, fue debido a las nobles exhortaciones del general Lee, que no cesaba de imbuir en sus conciudadanos el respeto a las leyes. Terminó el ilustre caudillo su carrera como director de un modesto colegio en Virginia, en cuyo cargo le sorprendió la muerte. La guerra había tenido dos aspectos: por una parte, quedaba demostrado el insuperable denuedo con que habían luchado los soldados de ambos partidos en las 2.400 batallas y choques que ocurrieron en el espacio de cuatro años, lo cual no significa que dejaron de registrarse también crueldades y rigores; por otra parte, no había podido ser más horrible la mortandad. A más de los que sucumbieron, fueron centenares de miles los jóvenes que perdieron la salud o quedaron mutilados, de suerte que los terribles efectos de la lucha se dejaron sentir por largos años.