Bismarck, el canciller de hierro, nació en el año de la batalla de Waterloo


En todo este notable progreso que se desarrollaba a mediados del siglo xix, era Prusia -el más joven de los reinos- la que se engrandecía con más rapidez y la que asumía cada día con más energía la dirección de los Estados alemanes.

Tanto los hombres como los tiempos maduraban para. el cambio que se aproximaba. En el año mismo de la batalla de Waterloo nació un niño que creció en inteligencia, en resolución y previsión, durante los años de la transformación y desarrollo de Alemania. Ya joven, entró a formar parte del Parlamento, y posteriormente, embajador en París y San Petersburgo, aprendió a conocer mejor los otros países. En cierta ocasión su soberano, Guillermo I, tuvo necesidad de él y lo hizo su primer ministro. Este hombre era Bismarck, quien vio claramente desde un principio cómo podía Prusia ascender a la cumbre de la grandeza, y se puso a trabajar inflexiblemente y sin descanso para el logro de este fin.

Después de haber reformado y reforzado el ejército, Guillermo I y Bismarck estaban preparados para dar el primer paso, y Prusia fue a la guerra contra Dinamarca por las dos provincias de Holstein y Schleswig, entre el mar del Norte y el Báltico, a las cuales se creían ambas con derecho. Austria se unió a Prusia en esta guerra, y fácilmente los dos gigantescos Estados vencieron al pequeño. Luego, cuando Bismarck hubo arreglado la discusión que surgió entre los vencedores sobre lo que debía hacerse de las provincias conquistadas, tomó las dos para Prusia, y quedó de esa forma preparado para el segundo paso en los planes que se había propuesto.