Últimos tiempos de la colonia de Plymouth


La colonia fundada en el Norte por la Compañía de Plymouth había comenzado bajo malos auspicios, de manera que a los veinte años de su instalación apenas contaba con 3.000 habitantes, pero después se desarrolló rápidamente. No solía perseguirse a los disidentes en materias de religión, pera ya no sucedió así cuando en 1672 fue agregada a la colonia de la bahía de Massachusetts.

Finalmente, en 1684, el rey concedió una carta de garantía a las colonias de Nueva Inglaterra, Nueva York y Nueva Jersey, todas las cuales fueron puestas a las órdenes de un gobernador, para cuyo cargo fue nombrado sir Edmundo Andros, con orden de oponer resistencia a los ataques de los indios, y de los franceses. Siguiéronse otros gobernadores; y, si los hubo buenos, no faltaron quienes resultasen protectores de los piratas o ejemplo de viciosas costumbres acuciados por su desmedido afán de lucro.

De todas maneras, no era posible desconocer que la dominación inglesa no había de ser eterna. Ya en 1648 había ocurrido un suceso de suma trascendencia, como era el tratado de alianza ofensiva y defensiva concluido entre las colonias de Plymouth, Massachusetts, New Haven y Connecticut para sostenerse mutuamente contra toda agresión extranjera. Cada colonia había estipulado su propia independencia, y se tomó un acuerdo según el cual en determinadas épocas debían reunirse los respectivos diputados para deliberar acerca de los intereses comunes.

Sea como fuere, las colonias inglesas de Norteamérica, tan tardíamente fundadas, tan débiles en un principio, con una población poco idónea para la empresa, hasta el punto de tener que apelar a la esclavitud negra para el trabajo agrícola, fueron desenvolviéndose con la mayor rapidez en número de habitantes y en extensión de territorio, más aún cuando, en ocasión de la guerra entre Inglaterra y Francia, vio ésta arrebatadas las posesiones que tenía en los valles del Ohio y el Misisipí.