Cinco siglos después llegan los ingleses a América Septentrional


Enrique VII de Inglaterra fue uno de los reyes que se negaron a ayudar a Colón en su empresa, y, como todos los demás que se hallaron en su caso, al llegar las nuevas del buen éxito que había tenido el navegante sintió en el alma no poder participar de la honra y provecho de sus descubrimientos; por esto, cuando el genovés Juan Caboto solicitó del monarca inglés, en 1496, permiso para hacer un viaje en nombre de Inglaterra, le fue concedido al punto. Caboto embarcó al año siguiente y arribó a las costas de Labrador, o de la isla de Cabo Bretón, en 24 de junio de 1497.

Otro viaje emprendido al año siguiente le permitió navegar a lo largo de las costas de América del Norte, pero no halló oro, ni piedras preciosas, ni sedas, ni marfil. Al parecer estos viajes no habían reportado utilidad alguna, razón por la cual Inglaterra no les dio mayor importancia durante mucho tiempo.