Japón tierra de las floraciones deslumbrantes y de los paisajes encantadores


Vamos a tratar de dar, en breve bosquejo, una idea de las múltiples maravillas que Japón encierra.

Sólo un japonés sería capaz de hacer justicia a la tierra cuya belleza tiene tanto que ver con el ferviente patriotismo y acabadas dotes artísticas del pueblo. Para poder formarnos alguna idea, necesitaríamos traer a la memoria y reunir todo lo que hemos visto de más hermoso en nuestro país; y aun así, todo ello quedaría muy por debajo de lo que es dable ver en el Japón, pues los deliciosos paisajes de esta parte del mundo están ataviados, por decirlo así, con un vestido de los más espléndidos y admirables colores. Las festividades públicas se reservan para que la gente vaya a admirar los frutales en flor, las flores del cerezo, del ciruelo y del melocotonero. La gente recorre largas distancias para visitar los grandes campos de efémeros y lirios, que tan bellos se presentan a la vista; la visitaría purpúrea cuelga con profusión por los grandes enrejados, los arbustos de camelias crecen tanto que llegan a la altura de las casas, y los macizos de rosas, convólvulos y azaleas forman vistosísimos bancales de color. Los elevados bambúes, tan útiles como a propósito para la ornamentación, y los céspedes altos y ligeros como plumas, les graciosos pinos, los árboles de la laca, todo este conjunto contribuye a formar aquellos encantadores paisajes de los cuales nos dan una idea las reproducciones que vemos en biombos y abanicos, y en los bordados hechos y pintados por los que viven contemplando esas bellezas de la Naturaleza.