El gran salto del Japón, desde su sueño de siglos hasta el despertar de hoy


Increíbles son los rápidos cambios que se realizaron en el Japón desde mediados del siglo pasado. Luego que se puso en contacto con Occidente, la reforma se llevó a cabo de una manera pronta y radical. Las añejas costumbres feudales desaparecieron, dando lugar a un nuevo orden de cosas, que se introdujo en la forma más dramática posible, puesto que Japón saltó desde la Edad Media a la impetuosa corriente de la vida moderna, con sus novísimos inventos y aspiraciones. Muchos japoneses salieron entonces para Occidente, a fin de aprender nuevos métodos, y admitieron instructores y organizadores europeos en su país. Mejoráronse las vías de comunicación y construyéronse puentes; en todo el imperio los ferrocarriles, el telégrafo y el teléfono comenzaron a funcionar; surgieron casas de banca, almacenes, fábricas con maquinaria movida por el agua o el vapor; estableciéronse tribunales de justicia, y promulgóse una constitución en 1889 que estableció una Cámara de Diputados elegidos por el pueblo.

La instrucción, sujeta a las prácticas occidentales modernas, extendióse por toda la nación, y se adoptaron con entusiasmo las maneras y las modas de vestir occidentales. En pocos años creó Japón un ejército y una marina magníficos. Bien se necesitaban, pues además de todos esos cambios asombrosos y la gran cantidad de trabajo y enormes gastos que acarrearon, Japón tuvo que arrostrar dos guerras con dos naciones vecinas, cuyas costas están situadas frente a las suyas. La primera de esas campañas, con China, se efectuó en 1894 y 1895 La contienda duró seis meses, quedando Japón victorioso por mar y por tierra. Como consecuencia, la isla de Formosa fue anexionada al imperio del Mikado, y el mundo vio cómo se había levantado una nueva potencia, que iba a influir en los futuros destinos del Extremo Oriente.