La contradictoria geografía africana: ríos, desiertos y montañas


La corriente fluvial más importante de África, y a la vez la más famosa del mundo, es la del Nilo, que recorre por suelo africano 6.500 kilómetros, desde que, con el nombre de Kagera, nace en el lago Victoria. El río Congo es el majestuoso señor de la vertiente atlántica: nace en el inmenso lago de Tanganyica.

El Zambeze, en cambio, es el más importante de los que desaguan en el océano índico.

Las zonas centrales y meridionales por las que estas vías fluviales corren, son tal vez las de más frondosa vegetación y mayor porcentaje de humedad ambiente de todo el orbe; pero África es el continente de los contrastes, e inmediatamente próximos a ellas, nos ofrece los eriales más sobrecogedores del mundo: los desiertos de Sahara y de Kalahari, en los que, salvo la excepcional presencia de algún oasis, no hay vida vegetal ni animal, y cuya sola travesía, en condiciones inapropiadas, pone al hombre en peligro de muerte. El Sahara cubre casi el 27 % de la superficie total de África (unos ocho millones de kilómetros cuadrados), y es el mayor del globo. Presenta características peculiares, tales como la absoluta sequedad, la altísima temperatura diurna y la gran variación que sufre durante la noche, al punto que casi se puede llamar fría, y la uniformidad del suelo, que sólo acepta tres variantes, todas ellas negativas para la vida: el erg, o desierto arenoso; hammada, o desierto pétreo, y serir, o desierto de grava. En medio se alza el macizo volcánico de Ahaggar, inmensa meseta de casi tres mil metros de altura, llamado la tierra más vieja del mundo, donde la desolación del paisaje constituye por sí sola un motivo tremendamente dramático, y en cuyos misteriosos parajes un célebre novelista contemporáneo, Pierre Benoit, ubicó a la legendaria Atlántida. Las mayores cumbres africanas se deben a movimientos recientes de la corteza terrestre, y son el Kilimanjaro, de 6.010 metros; el monte Kenia y el Ruvenzori, ambos con más de 5.100 metros. En general, el relieve del Continente Negro es pesado y monótono, aunque no le falta grandeza e imponencia. Todo el continente es como una inmensa meseta, cuya altura media es de 600 metros, en la que sobresalen otras más elevadas, tal la de Abisinia; en el Norte, los montes Atlas forman un arco desde la costa atlántica hasta la mediterránea, frente a la región de Sicilia.