Un ejército que hizo variar el curso de un caudaloso río


Uno de esos cilindros en los que la historia de esta ciudad se halla escrita, refiere cómo pudo el conquistador lograr su objeto: las turbias aguas del Eufrates, que atravesaban la población, fueron desviadas de su curso secular, y penetró en aquélla el ejército por el cauce mismo del río. Refiere también que los conquistadores entraron en la plaza sin combate, de suerte que la ciudad no sufrió los efectos de la lucha. Habla, además, del homenaje que rindieron a Ciro y el tributo que le pagaron sus habitantes y los de las regiones limítrofes, y de cómo el vencedor se captó las simpatías del pueblo, como gran gobernante y profundo conocedor de hombres que era.