LA MÚSICA NATIVA


La voz que traduce las melodías de la música nacional tiene de la religión el inefable misticismo de los antiguos templos: la belleza inmortal que el alma de la Grecia condensó en la historia, en la estatua y en la forma femenina. La canción es el efluvio del alma colectiva do toda una raza y nace de la piedra, de la corriente mansa, del lamento del ave solitaria; y cuando va a la voz de la mujer nacida en el mismo suelo, le imprime toda su tristeza ingénita y su vibración misteriosa.

Así, es ella inconsciente como los cantores de la Naturaleza y, como ellos, expresa los anhelos, los ensueños y los colores que germinan en el fondo de la tierra. A mí me conmueven las músicas nativas con emoción profunda, desde la brusca y seca nota del tamboril indígena hasta la composición más alta del genio, y cuando las oigo cantar a las muchachas campesinas de la patria, me parece escuchar en ellas el lamento y los votos sagrados de todas las generaciones.

JOAQUÍN V. GONZÁLEZ