Enriquecimiento de los alimentos y sus proporciones de vitaminas


No debemos juzgar el valor de un alimento simplemente por su apariencia o por la satisfacción que nos da al ingerirlo. Los hombres de ciencia han demostrado que hay dietas aparentemente buenas en que faltan o se hallan muy disminuidos ciertos elementos nutritivos indispensables, como las vitaminas y las sales. Esto no es un caso raro sino que, muy por el contrario, se observa casi diariamente. Muchos pueblos, de todas partes del mundo, se hallan en esta situación, que los lleva a la disminución de su fortaleza y crea serios problemas para el desarrollo de los niños.

Algunos ejemplos nos permitirán comprender mejor lo que estamos diciendo. Las frutas cítricas, como la naranja, la mandarina, el limón, etc., son sumamente ricas en vitamina C y, cuando no forman parte de la dieta, la dosis ingerida de esta vitamina puede llegar a niveles anormalmente bajos. La leche es la fuente principal del calcio y si no se toma o se utilizan sus derivados, como el queso o la mantequilla, el organismo debe procurarse el calcio de otras fuentes menos ricas, que pueden no ser suficientes y causar la carencia de este elemento, volviéndose frágiles los dientes y huesos. La vitamina A, indispensable para el organismo, llega con la lechuga, el repollo y, aunque en menos cantidad, con la zanahoria y la batata. Se comprende, pues, que una dieta en la cual falten estos vegetales llevará a la carencia de tan preciosa vitamina.

Por esto, la elección de una dieta no puede abandonarse al azar, y si bien es cierto que una alimentación abundante y variada nos pone al abrigo de las deficiencias que hemos enumerado y de muchas otras, puede suceder, y sucede, que cuando por cualquier motivo se restringen ciertos alimentos de la dieta, aparecen luego trastornos relacionados con la sustancia en déficit. Por esta razón, los estudiosos han analizado cuidadosamente todas las sustancias alimenticias y confeccionado tablas con su composición química. De esta manera se han podido resolver problemas de grandísima importancia. Así, por ejemplo, durante la segunda guerra mundial se observó que el pan común carecía c¡¿ ciertas sales y vitaminas, que inevitablemente pierde durante su preparación, o era pobre en ellas. Entonces, se las agregó a la masa, de modo que sin alterar su sabor las contuviera en la cantidad necesaria para mantener la salud. Este pan llamado "enriquecido" contiene vitamina B, C, y también hierro, lo que lo diferencia del pan común. Lo mismo se ha hecho con la leche, aumentando sus muchas y conocidas calidades.

Gracias a este procedimiento general de "enriquecimiento" artificial de los alimentos, se han evitado graves trastornos de origen alimenticio en las poblaciones sometidas a las restricciones derivadas de la guerra.