Debemos nuestras botas y zapatos a los microbios benéficos


También contribuyen los microbios a que tengamos calzado. Las botas, como sabéis, están hechas de cuero, y el cuero se obtiene de las pieles de los animales haciéndolo utilizable por medio del curtido. Pero no se podrían curtir las pieles sin los microbios; de manera que, como hemos dicho, les debemos nuestras botas, como también el queso, el vino y los cigarros. Asimismo se utilizan para preparar la pasta colorante llamada índigo, muchas ciases de alimentos para el ganado y hasta algunos tejidos, pues sin ellos no sería posible hilar el lino.

Y no es eso todo. En todas las grandes ciudades se presenta el problema de la destrucción de las inmundicias. El antiguo sistema consistía -tratándose de poblaciones situadas a orillas de un río- en vaciar en él las cloacas, sin preocuparse de que las aguas podían envenenar a la gente que luego las bebiese. Este sistema sigue, desgraciadamente, practicándose todavía en muchos sitios, pero es además de una indisculpable suciedad, sumamente peligroso, porque ocasiona la muerte de muchísimos seres humanos.

Desde hace algunos años ha empezado la gente a darse cuenta de que hay otras maneras más ventajosas de deshacerse de las inmundicias volviéndolas inofensivas, y una de estas maneras consiste en solicitar la ayuda de los microbios. Como son los microbios dañinos quienes dan su poder nocivo a la basura, el empleo de otros microbios para hacerla inofensiva o suprimirla viene a ser una aplicación del conocido refrán: “un clavo saca otro clavo”.

Hemos visto, pues, que esos seres, tan diminutos, desempeñan un papel importantísimo. Pero todo lo dicho respectó a la utilidad de los microbios en lo que se refiere al trigo, a la mantequilla, al queso, al calzado, etc., no es nada en comparación de lo que habíamos ya indicado: la asombrosa facultad que poseen los microbios de limpiar la tierra de todos los cuerpos muertos -animales, vegetales y hasta humanos- dejándoles el lugar libre a los que viven y a los que han de nacer aún; y ¡por si esto fuera poco, la de convertir la sustancia de que se componen esos cuerpos muertos en alimentos sanos y puros.