Una historia de las más maravillosas de todo el libro de la vida


Los leucocitos, que por largo tiempo han sido una incógnita, nos ofrecen una historia de las más maravillosas que contiene el libro de la vida. Son estos glóbulos el ejército defensor de nuestro cuerpo contra los enemigos vivos externos, como asimismo contra cuerpos extraños muertos. Muchas veces se les llama los barrenderos o bien la policía del cuerpo, y, según podemos juzgar ahora, siempre deben estar alerta como los soldados, policías, o bomberos, pues en cualquier momento puede suceder algo que exija su auxilio. Está claramente demostrado que nuestro restablecimiento de todas las enfermedades infecciosas obedece a los leucocitos. Cuando nos curamos de una pulmonía, de la escarlatina, de la tos ferina o de otras dolencias, cooperan para ponernos buenos por una parte el médico, que con su tratamiento busca destruir los microbios y aumentar las fuerzas defensivas del organismo, y por otra parte el organismo mismo, con sus leucocitos y sustancias que aniquilan a los gérmenes.

Grandes hombres han hablado y escrito en edades remotas sobre el poder curativo de la naturaleza. La frase latina Vis medicatrix naturae, es digna de tenerse en cuenta. Vis, significa fuerza y medicatrix curativa. En efecto, estudiando un cuerpo sano o enfermo, sea éste un cuerpo humano, o de un animal inferior, o una planta, aprendemos a respetar más y más el poder curativo de la naturaleza, pues la vida, desde sus orígenes, siempre ha tenido enemigos que combatir: cambios de temperatura, influencia malsana del viento y del agua, accidentes de mil especies, ataques de otros seres vivientes y también otras causas diversas y muy perniciosas para ella.