Un sentido que es más perfecto en el hombre que en todos los otros animales


Está comprobado que, como sucede con la música, las percepciones visuales de un orden más elevado se relacionan con el hemisferio cerebral preferido. Es probable que el artista, al ejecutar una obra de su arte, vea los objetos por dicho hemisferio tan sólo. Hay quienes sostienen que el color se aprecia solamente por medio del hemisferio preferido.

Sin embargo, este es un asunto sobre el cual hay mucho que estudiar todavía. No obstante, es posible señalar con gran precisión en un cerebro determinado los límites exactos del área visual, situada, como se sabe, en el extremo posterior del cerebro. Ahora bien, sabemos que esta área se ha ido extendiendo, si cabe la expresión, durante eras pasadas, a medida que se progresaba en la serie animal, y que en el hombre es mucho más extensa que en otro animal cualquiera; es también muy variable en los diversos individuos de nuestra especie, siendo asimismo notable el hecho de que en el cerebro de los idiotas y en el de los salvajes de las tribus más inferiores el área visual resulte mucho más limitada que en los cerebros de individuos normales pertenecientes a las razas superiores del género humano.

Ahora bien, el oír y el ver son funciones primordiales, porque todos debemos recibir antes de poder dar, y, después de ver y oír, debemos aprender a leer y escribir. De todos los centros de estas diversas funciones, no hay duda de que el primero que se desarrolla en el niño es el centro de la memoria auditiva o verbal e inmediatamente después el centro del lenguaje articulado. Vamos ahora a estudiar este centro.

Bastará meditar un instante para comprender que el centro del lenguaje articulado es una de las partes más importantes del cerebro humano. Desde luego que la escritura y la lectura tienen una importancia enorme; pero, al fin y al cabo, no son sino variantes del lenguaje, que constituye una de las grandes prerrogativas de la humanidad. Desde muchos puntos de vista somos hombres porque estamos dotados de lenguaje.

De todos los centros existentes en el cerebro humano, el centro del lenguaje fue el primero en ser descubierto, siendo con seguridad también el primero que se desarrolló. Fue descubierto a mediados del siglo xix, por el ilustre sabio francés llamado Broca, por lo que el centro de que hablamos suele llamarse centro o área de Broca. En el grabado, donde se representa el lado izquierdo del cerebro, está señalado el centro del lenguaje. Si examinamos el cerebro desde otro punto de vista y consideramos el centro de los movimientos voluntarios, vemos que el referido centro del lenguaje está situado junto al que tiene bajo su dominio los movimientos de la lengua, de los labios y de los músculos que mueven las mandíbulas. Sin embargo, sería un error suponer que el centro del lenguaje limita su acción a mover los músculos de los referidos órganos, pues tales músculos están representados en ambos lados del cerebro, esto es, en ambos hemisferios; pero uno de estos hemisferios puede simplemente hacerlos mover, y tan sólo el otro puede hacerlos hablar. Si algo ocurre que trastorne el funcionamiento del centro del lenguaje, la persona continúa con perfecta facultad de mover todos estos músculos.

Si pronunciamos una palabra delante de un individuo a quien le haya sobrevenido un accidente de esta clase, éste podrá repetirla perfectamente al oírnos; pero no podrá ya hablar en el verdadero sentido de la palabra: su repetición de palabras será enteramente igual a la que hacen ciertos animales; su lenguaje será pues de mera imitación, como el de una cotorra. La única excepción a este hecho es que en algunos casos ciertas palabras, como “sí” y “no”, son retenidas, probablemente porque a causa del gran uso que de ellas se hace se forma también una especie de centro para las mismas en el otro hemisferio cerebral. También se ha visto que gente inculta, que habla groseramente, conserva a veces después de una lesión del centro del lenguaje la facultad de hacer uso de determinados juramentos o blasfemias cuando han perdido todo el resto de la facultad de hablar; la razón es también que han hecho tan abundante uso de aquellas palabras que han quedado fijas en ambos lados del cerebro. Aunque el centro del lenguaje se conoce desde hace ya bastantes años, y no obstante las abundantes ocasiones de estudiarlo en casos de enfermedad, se puede decir, en cambio, que es poco lo que de él sabemos si lo consideramos en estado de salud.