Lo que ocurre al ser ingeridos los alimentos


La lengua y la boca se emplean para el acto de ingerir. Cuando el alimento está dispuesto, no antes, se coloca en la base de la lengua, cerca de la garganta. Así se avisa al cerebro, y el centro de la deglución -un grupo de células nerviosas que en el cerebro tenemos y al cual está confiada esta función-, dispone que se cierre la abertura que conduce a los pulmones, hace levantar el velo palatino o cortina que tenemos al final del paladar, para que el alimento no pueda pasar equivocadamente a la nariz, y hace contraerse los músculos de la garganta con un movimiento ondulatorio para que el alimento pase perfectamente a la faringe. La faringe es un conducto muscular por donde se desliza el bolo alimenticio al esófago, otro conducto más largo que, a su vez, pasando a través del pecho, y atravesando un orificio del diafragma, termina en el estómago. El tubo formado por la faringe y el esófago se contrae de un extremo a otro, haciendo correr el alimento por su interior, hasta que, en cuatro o cinco segundos, por regla general, lo hace entrar en el estómago, en cuyo sitio tendremos que dejarlo por el momento.