Las manchitas de pepsina y el trabajo que efectúan poco después de una comida

La razón de todo esto es que, media hora después que la comida ha entrado en el estómago, estas manchas de sustancia quedan disueltas por las células de las glándulas y son vertidas dentro del estómago, en donde se mezclan con los alimentos al paso que éstos son agitados. Estas partículas de sustancia consisten en un fermento llamado pepsina, sin el cual el estómago no podría digerir los alimentos. Muchas veces, cuando una persona está enferma y su estómago no produce la pepsina en la proporción debida, se le da una medicina que se prepara extrayendo la pepsina del estómago de una ternera y se obtiene en forma de polvo amarillento. Esto le permite digerir los alimentos, pero son las células del estómago de la ternera las que en realidad digieren por él. Si se diese ácido clorhídrico o pepsina a una persona sana, su estómago cesaría de producir dichas sustancias. Este es otro ejemplo de la gran ley que rige la vida toda, en virtud de la cual la salud de una parte cualquiera del cuerpo sólo puede conservarse si funciona normalmente. Si otro hace el trabajo que ella tiene que hacer por sí misma, se vuelve perezosa e impotente. La pepsina puede fácilmente obtenerse, y muchos profanos se la dosifican ellos mismos, ignorando que con ello impiden que su estómago funcione con regularidad.

La persona que empieza a tomar pepsina de un modo regular, debe continuar tomándola, porque su estómago se habrá vuelto perezoso e impotente. La pepsina debe darse tan sólo cuando se sabe que el estómago es incapaz de funcionar por sí mismo. De lo contrario se incurre en un exceso perjudicial por ese hábito malsano que le crea al estómago.