Las células del páncreas y cómo ayudan en la digestión

Las células del páncreas se parecen a las de las otras glándulas que hay en el organismo. También tienen partículas de una sustancia que han formado y que disuelven y vierten por el tubo del páncreas al intestino, cuando entran en él los alimentos. Éstos, al salir del estómago, son ácidos, y este ácido cuando penetra en el intestino necesita el jugo del páncreas. Si por una causa cualquiera no se presenta dicho jugo, será señal de que la persona no puede digerir y que, por tanto, no debe usar las grasas en sus alimentos. Toda su digestión padece, pero mucho más todavía la de las grasas, porque no hay nada que pueda sustituir en este aspecto al jugo pancreático.

El hígado envía su propio producto al interior del intestino como lo hace el páncreas, y precisamente en el mismo sitio. Este producto recibe el nombre especial de bilis, y cuando su producción se entorpece por algún obstáculo, se trastorna el proceso digestivo. La bilis tiene un color amarillo oscuro, debido a los restos de la sustancia roja o hemoglobina de viejas células rojas de la sangre, destruidas en el hígado. La bilis ayuda a la digestión de muchas maneras, aunque no contenga fermento alguno. Parece preparar la grasa de los alimentos para que el jugo del páncreas ejerza en ellos su acción, y esto lo hace dividiendo la grasa en cierto número de diminutas gotas, sobre las cuales puede obrar fácilmente y digerirlas. Decimos que convierte la grasa en una emulsión. La bilis es muy venenosa para los microbios, así como lo es también el ácido clorhídrico producido por el estómago, y por lo general, cuando el estómago y el hígado están sanos, sus productos destruyen todos los microbios peligrosos que podríamos ingerir inconscientemente.