Las delgadas paredes de los tubos que dejan pasar los gases que la sangre absorverá


Hemos de explicar otra particularidad muy importante respecto de la circulación. Acabamos de ver que la sangre recorre un sistema completo de tubos cerrados y, naturalmente, si las paredes de tales tubos no dejaran pasar nada por ellas, la circulación sería inútil. Pero sabemos ya que los .gases pasan por las paredes de tales tubos. Las arterias tienen un espesor excesivo para permitir este paso y lo propio ocurre con las venas. Son precisamente los tubos más delgados, o sea los capilares, los que constan tan sólo de una capa de células sumamente delgadas, que permiten esta doble circulación gaseosa hacia la sangre y desde la sangre.

Tal ocurre en los pulmones; pero en todo el resto del cuerpo, al paso que el gas carbónico va hacia la sangre filtrándose por los capilares, toda clase de materiales nutricios traspasan las paredes de estos vasos en dirección a los tejidos para suministrarles los principios necesarios a su subsistencia, en tanto que toda clase de toxinas, esto es, de venenos elaborados por el funcionamiento de los tejidos, siguen una corriente inversa y pasan siempre rezumándose por las paredes de los capilares a la sangre, que por las venas los arrastra hasta el corazón. Una corriente inversa tiene lugar al pasar la sangre por los riñones; pues miles y miles de capilares renales están dispuestos junto a pequeños tubos, constituidos por células especiales, que tienen la propiedad de eliminar de la sangre tales productos de desgaste. De este modo, la sangre que sale de los riñones por las venas renales, es más pura que la que en ellos entra por las arterias de igual nombre.