Cómo podemos enfermar sin que sufra el cuerpo


Cuando hablamos de los sentidos y del cerebro, vimos la importancia que tienen en nuestras sensaciones; vimos que si se lesionan determinadas partes del cerebro no podríamos hablar y hasta podríamos quedar idiotas. Decíamos, por ejemplo, al hablar de la visión: si la luz no incide en nuestra retina, si los bastones y conos no reaccionan como corresponde, si el nervio óptico no transmite la corriente nerviosa hasta el cerebro, y éste, a su vez, no pone al trabajo sus neuronas, no habrá visión o ésta será defectuosa. Todo esto, que es verdad, podría llevarnos a creer que, al explicar el ojo y el cerebro, aclaramos todo y sabemos lo que son las sensaciones. Sin embargo, algo nos falta que es lo principal. Los sabios nos dicen que podemos tener un ojo sano y un cerebro sano, que las funciones fisiológicas respectivas pueden desarrollarse normalmente y, sin embargo, hallarnos privados de ver; llaman, entonces, a esta ceguera, ceguera psicológica. Los remedios materiales y las operaciones no la curan. En casos como éste hay que acudir al psicólogo, y el método de curación tendrá que echar mano de remedios muy distintos, que llamamos psicológicos, porque algo está enfermo que no podemos decir sea nuestro cuerpo. Estudiemos, pues, este algo, es decir, el alma.