Lo que significa la afición de las niñas por las muñecas


Es interesante saber cuándo empieza a desarrollarse en los seres humanos el instinto paternal. Muy temprano, sin duda alguna. El amor que sienten por sus muñecas las niñas es la primera manifestación de él. No es cierto de ningún modo, como algunos aseguran, que las muñecas sean sólo para las niñas simples juguetes, y que la misma satisfacción sentirían poseyendo otro objeto cualquiera; las niñas, por el contrario, prefieren sus muñecas, como sabe perfectamente todo el que haya tenido ocasión de observarlas en sus juegos. El instinto paternal es en los niños innato y genuino. Una niña aficionada a esta clase de juguetes cambiaría con gran satisfacción su muñeca preferida por un niño real, de carne y hueso. En cierta ocasión vióse a una niña menor de dos años, que no había tenido ocasión de poder imitar a nadie, pues no había visto el ejemplo, besar a un recién nacido, acariciarle las manos y decirle palabras dulces y proceder, en una palabra, con él de la misma manera que lo hacía su propia madre.

Existen algunos otros instintos de menor importancia, pero basta con lo expuesto para que nos hagamos cargo de la capital importancia que aquéllos tienen, para aprender que a cada uno de los grandes instintos acompaña una clase especial de sentimiento, y, sobre todo, para convencernos de que éstos sentimientos e instintos son los que regulan y forman nuestro modo de ser y la conducta.

Hay en la parte afectiva de nuestra naturaleza otras operaciones que se designan con las palabras simpatía, sugestión e intimidación. Simpatía significa realmente “sentir con otro”. y es un hecho que los signos exteriores de los sentimientos de una persona nos inclinan a participar de sentimientos análogos. Un niño se sonríe a la vista de un rostro sonriente, y llora casi siempre que ve a otras criaturas llorar. Una cara placentera parece que nos alegra el espíritu, en tanto que contrista nuestro ánimo, cuando oímos a otra persona lanzar exclamaciones de dolor. Nada hay que tanto excite nuestra ira como la contemplación de la cólera ajena. Nadie ignora qué diferencia tan grande existe entre la compañía de unos individuos y la de otros. En este sentido de la palabra no debemos suponer que la simpatía signifique siempre benevolencia o bondad: éstas son el resultado exclusivo de las emociones internas. Una persona que carezca de éstas puede, no obstante, sentirse profundamente afectada por las tristezas y miserias que padece el prójimo.

Se entiende por sugestión un extraordinario poder que poseemos sobre los demás, en cuya virtud podemos llevar el convencimiento al ánimo de otras personas, y hasta frecuentemente persuadirnos los unos a los otros a hacer toda clase de cosas sin ninguna razón real para ello. La sugestión se observa con mayor intensidad en los niños y en las personas aniñadas, siendo además mucho mayor el efecto que en aquéllos produce la edad y las apariencias de saber, fuerza y poder de las personas mayores.